08/03/2021 Emiliano Sada

Amor & finanzas I: My love don’t cost a thing?

J.Lo nos quiso convencer de que su amor no costaba nada… pero no estamos tan seguros. En este domingo de San Valentín en #FinDis te invitamos a pensar sobre uno de los temas más espinosos y complejos de nuestras finanzas personales: el dinero y nuestra pareja.

Cientos de películas y telenovelas nos enseñaron que el dinero no compra el amor… pero la experiencia nos demostró que sí lo puede romper o, al menos, erosionar hasta que queda bastante maltrecho. Las discusiones y las diferencias son moneda corriente en cualquier relación humana pero en el caso de las parejas, la convivencia y los planes conjuntos acrecientan las chances de que haya choques y puntos de vista contrapuestos. Cuando esos roces suceden no debemos desalentarnos pero ni minimizarlos: el diálogo franco es clave en varios aspectos de un vínculo pero mucho más cuando se trata de dinero, que suele ser un tópico que da pudor o vergüenza.

Lo venimos diciendo desde hace tiempo: “nos da cosa” hablar de plata, de cuánto ganamos o de cuánto debemos. Como dice Gaby Dunn en su podcast Bad with money: podemos discutir en un bar o en redes sociales sobre la primera o la última vez que mantuvimos relaciones sexuales y, sobre todo entre gays, los detalles de cómo nos gusta que nos trate en la cama pero si preguntamos cuál es nuestro sueldo el silencio es atronador: muy pocas personas (¡quizá nadie! ¡quizá ni nosotros mismos!) sabemos cuánto ganamos al mes. Unir este prejuicio con el dinero con la complejidad de mantener una relación sexo-afectiva en el siglo XXI es un combo letal.

No existe una fórmula mágica ni una única estrategia con respecto a cómo manejar el dinero en pareja. A algunas personas le funciona unir sus números y funcionar como una sociedad en la que cada parte tiene el mismo peso mientras que otros prefieren, incluso estando casados y alcanzados por lo que indica la ley, manejarse con cuentas diferentes para sus ingresos y egresos. Entre esos dos polos hay un amplio abanico de opciones y todas son válidas siempre y cuando sean consensuadas… ¡y puedan revisarse en caso de que no funcionen!

Y si bien no es el mejor tópico para hablar con tu primera cita de Tinder o en el chat de Grindr, si creés que tu revolcón o chongue puede convertirse en algo más que un buen rato en la cama, no es mala idea tocar de manera delicada el tema financiero para conocer más qué piensa. Siempre hay indicios que nos orientan: si propone dividir los gastos de una salida, si gasta sin control, si mira la carta del bar con detalle antes de pedir un trago o si no le deja propina al chico del delivery un día que llueve mucho. Ninguna acción define de una vez y para siempre a una persona pero a veces hay señales de lo que puede venir. Pero sacar conclusiones de conductas humanas no es una disciplina muy exacta así que lo mejor es hablar. Hablar y hablar. Y de plata, que tanto nos cuesta.

Es que si tus planes con quien estás viéndote tienen perspectivas de mantenerse en el tiempo, entender su conducta financiera y charlar sobre eso es clave. No es que te vayas a casar, a comprar una casa o a mudarte ya mismo… pero incluso un fin de semana a la Costa Atlántica involucra compartir una cierta base común que, si no está, puede volver más denso el ambiente.

Los chispazos entre el amor y el dinero se agudizan en los vínculos diversos y disidentes: antes de la ley de matrimonio igualitario no había reglas posibles para ciertas parejas y se multiplicaron las situaciones injustas y dolorosas, sobre todo cuando uno de los miembros fallecía y su familia de sangre no respetaba la voluntad que había expresado en vida. Hoy existen más protecciones pero no es suficiente: hay muchos tipos de vínculos que un matrimonio no contempla.

Además, en ocasiones la unión de dos o más personas disidentes significa la intersección de varias injusticias: ¿qué puede esperar una pareja de lesbianas si las mujeres cobran menos que los hombres en todos los puestos de trabajo? ¿y la población trans, históricamente marginada y condenada a un promedio de vida de menos de 35 años en la Argentina? Vínculos sexo afectivos que mantienen más de dos personas se enfrentan a un ostracismo casi total: no hay espacios legales para asociaciones que no sean entre dos individuos.

En #FinDis creemos que el amor romántico tradicional tiene que ser revisado y repensado y nos gustaría que incluya lo que a nosotros nos parece clave y olvidado: las finanzas personales. Así que en este 24 de febrero te invitamos a que, si vas a celebrar con alguien, le plantees si no quiere charlar un poco sobre plata en la semana…

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